Farmacéuticos de Valdilecha
1850-1950
Natural de Alpedrete, fue practicante en la botica de la calle del Príncipe de Madrid. Se casó con Luisa de las Heras Sánchez y bautizó en la parroquia de San Martín a sus hijos Asumpción y Julián. Combatió en Valdilecha las epidemias de tifus, cólera y viruela siendo vecino de El Capellán, un alcalde bandolero. Sus últimos años de ejercicio profesional los pasó en Villalba, donde también fue juez de paz.
Bautizado en la iglesia de San Sebastián en Madrid, su primer destino fue la botica de su padre en Loeches, el pueblo de las famosas aguas y balneario. Tras pasar unos años en Valdilecha, se mudó con su mujer y sus hijos a Campo Real, donde falleció siendo aún muy joven.
Atendía por Gonzalo, pero descubrió su nombre legal cuando ingresó en la Universidad Central. Natural de Mondéjar, vino al pueblo para casarse con la bella Ascensión Montoya Segovia. Se trasladó con ella y con sus hijos a Ambite, aunque años más tarde quiso cambiar de destino. Su amigo y compañero médico le advirtió que no debía emprender un viaje estando tan enfermo, pero lo hizo; con tan mala suerte que falleció en la carreta que los llevaba a Fuentidueña de Tajo.
Creó sus propias formulaciones y fue titular de unas cuantas farmacias: en Orusco de Tajuña, Torrejón de Ardoz, Almazán, Gualda, Cetina, Villalbilla, Parla, en la propia capital y en San Sebastián de los Reyes. Después de ejercer en Valdilecha durante casi un cuarto de siglo con su mujer, Manuela Pérez, se jubiló en el pueblo que fue su primer destino.
Natural de Cendejas de la Torre, de Carranque se trasladó a Valdetorres del Jarama, donde conoció a María Nicolás Arroyo. Se casaron y tuvieron cinco hijos, una de sus hijas se casó en Valdilecha, donde Juan Mariano tuvo su última farmacia, falleciendo en Madrid al poco de terminar la guerra civil de 1936.
Nieto del alcalde y boticario de Béjar, tomó las riendas de la farmacia de su padre cuando éste falleció en Alba de Tormes. Era farmacéutico militar y también ejerció en La Estrella y en Zorita de la Frontera. Pasó los duros años de la guerra civil en Valdilecha, mudándose a San Vicente de la Barquera cuando terminó el conflicto. Más adelante ejerció como regente en África, en la Guinea Española.
Compró su primera farmacia en Torrelodones, y la siguiente en la plaza de Antón Martín de Madrid, al lado de la del Globo. En la guerra, un obús destruyó su tercera farmacia en Francos Rodríguez, y es por eso que decidió escapar del hambre trayendo a su familia, a Caridad y a sus hijos, primero a Perales y después a Valdilecha. Más tarde regresaron a la capital, donde trabajó en el departamento de facturación de recetas del Colegio de Farmacéuticos de Madrid, y resolviendo consultas sobre formulación en Cofares, mientras ejercía de regente en una farmacia de la ciudad.
Nadie duda de la sensación que produjo ver a la primera farmacéutica de Valdilecha al pie del mostrador. Esta recién licenciada, cacereña de nacimiento, dejó huella por su carácter alegre y su valentía. No vino acompañada por familiar alguno, tampoco de pareja. Unos años después se trasladó a la madrileña calle Veneras, cerca de la Gran Vía, aunque finalmente se iría a vivir a La Coruña con José, su marido, veterinario de profesión.
Primo de los García-Noblejas que dan nombre a la calle y al barrio de Madrid, naturales todos ellos de Manzanares, fue responsable del laboratorio del Colegio de Farmacéuticos de Madrid. Trabajó de director técnico de los laboratorios Galjan y Muris, después vino unos meses a Valdilecha. De nuevo regresó a la capital para tomar la dirección del servicio farmacéutico de neonatos del hospital de O´Donnell, actual Gregorio Marañón.
Trabajaba en los laboratorios Juste en el Madrid Moderno cuando le surgió la oportunidad de dedicarse a su auténtica vocación: la farmacia rural. Durante los cuarenta años que ejerció en Valdilecha creó un equipo de fútbol, dio clases de química a bachilleres y creó la empresa FOM, encargada de destilar menta, espliego y lavanda para las destilerías Gal. Su hija Maria Josefa Rodríguez Garcillán traspasó la farmacia a la actual titular, cediendo gran parte del material que hoy forma el museo de nuestra farmacia.